jueves, 14 de marzo de 2013

Un poco de Mitología

Como ya habréis podido comprobar soy algo aficionada a las mitologías y demás cosas, así que voy a poner una bonita historia que aprendí hoy mismo. Fuimos mis compañeras de piso y yo a un taller didáctico sobre como se arreglaban las mujeres en la antigua roma, pasamos por peinados, maquillaje, vestido y por último nos pusimos con los perfumes... que por cierto cuando estuvimos identificando olores con dioses nos pusieron de cada uno un poco y ahora tenemos un revuelto de olores considerable. Bien, les escribiré el mito sobre como se creó el incienso, el perfume que utilizaban tan solo los reyes en la antigua roma.


Helios y Leucotoe

Venus, la diosa del amor y la belleza, fue casada a la fuerza con Hefesto, el más feo de todos los dioses contra su voluntad. Por esto mismo la diosa se buscó algunos amantes, entre ellos Ares, el dios de la guerra del que se cuenta que tenía bastante buen cuerpo (la chica no era tonta) y Adonis, del que se cuenta que era el más hermoso de todos los mortales. Pero las infidelidades femeninas no estaban bien vistas, las masculinas se permitían... si, se que no era justo pero era así, y fue vista por Helios, el dios del sol que personificaba la esfera en llamas, dador de vida y creador del fuego. Bien, pues este dios le hizo una jugarreta a Venus y la dejó en ridículo delante de los demás dioses por lo que decidió vengarse.

Miró a la tierra llena de rabia y allí vio a Leucotoe, que era hija de el rey de un reino conocido por los perfumes y ungüentos que proporcionaba. La humana era hermosa y bondadosa por lo que tenía una larga fila de pretendientes, pero su padre los espantaba a todos celoso de ella ya que era su preferida sobre su hermana Clitia. Entonces, viendo los celos de Clitia, se le ocurrió algo y lo puso en marcha al instante. Hizo que Helios se prendara perdidamente de Leucotoe y a la vez que Clitia se enamorara perdidamente de Helios.

Helios miraba cada día a su amada hasta que decidió bajar a la tierra a encontrarse con ella y se introdujo en sus aposentos vestida de su madre, día tras días fue a visitarla hasta que se enamoró de él también. Clitia, celosa de su hermana, corrió a ver a su padre y le confesó la relación que tenían ellos dos; el rey, preocupado y furioso, ya que los humanos que se enamoraban de los dioses no acababan demasiado bien, decidió esconder a Leucotoe... pero ¿como esconder algo del mismo sol?. Al final hizo un hoyo en el suelo y la enterró viva para que no pudiera encontrarla.

Helios la buscó desesperadamente al acudir a su cita diaria y no encontrarla, así que se infiltró en la corte y al enterarse de donde se encontraba se acercó a el lugar como esfera solar e intentar que sus rayos llegaran hasta el cuerpo de la inerte Leucotoe que había muerto. Al ver que sus rayos no podían hacer que sus miembros volvieran a la vida lloró sobre su tumba y sus lágrimas cayeron sobre ella mientras juraba que antes o después estarían juntos en el cielo y la abrazaría de tal manera que nunca podrían estar separados... pero como dios tenía una tarea y siguió su recorrido por el cielo dispuesto a llorar por ella al día siguiente de nuevo. Cuando se acercó a la mañana siguiente para saber de su amada fallecida se sorprendió pues una planta se alzaba hacia el cielo, con el tallo muy erguido y una flor que miraba directo al cielo, nunca la había visto antes y se acercó con curiosidad, tanto que la quemó con sus rayos. De esta flor surgió un aroma muy característico y un humo blanco que subió en volutas hacia el cielo. Helios apartó las nubes y dejó que el alma de Leucotoe que allí viajaba se encontrar con él fundiéndose en un abrazo eterno.


Clitia se desesperó cuando Helios le negó la palabra, no dejaba siquiera que se acercara a él, por eso pasaba los días sentada y mirando el sol con su cabeza erguida hacia el cielo y cuando el sol se ponía la bajaba apenada. Tanto fue así que se acabó convirtiendo en una flor que cuando el sol salía abría sus pétalos dorados para él (era rubia) y cuando anochecía los cerraba y bajaba su capullo (he de recordar que cuando se escribió esta historia no se había descubierto américa y por lo tanto no existía el girasol pues no se conocía, hay algunas flores de la familia de la margarita tienen este comportamiento. En representaciones posteriores como la que pondré ahora si que lo representan así, pero no es).


Como siempre gracias por leer y espero que les haya gustado.

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